miércoles, 23 de septiembre de 2009

El Monterrey Metal Fest ha arrancado y de momento destaca la producción y la puntualidad.
Hay una pantalla al fondo del escenario; aire lavado y apropiados puntos de comida, bebidas y vendimias diversas se distribuyen por las instalaciones de la Arena Santa Lucía.

Foto Rafael Salazar

A las 10 en punto Maligno subió al escenario, iniciando una muy buena actuación de treinta minutos.

La única incursión de sonidos mexicanos en el Metal Fest resultó afortunada y deja abierta la puerta para que en eventos futuros se considere a más talento de casa para estar en escenarios principales, incluso en mejores horarios.



Foto Rafael Salazar

Brainstorm inició su actuación quince minutos antes de las once y demuestran que el kilometraje recorrido les ha dado presencia y argumentos para calentar audiencias.

Un carismático cantante –que ha estudiado todos los recursos de un buen frontman– y un heavy metal de primera línea han sido suficientes para calificar con buenas notas su debut en nuestro país.


Foto Rafael Salazar

Stravaganzza es un grupo muy interesante en directo.

Los músicos (bajo, guitarra, batería, teclados y violín) son muy solventes pero quien sobresale es su cantante: Va a ser difícil que alguien supere en potencia vocal en todo el festival a Leo Jiménez.

Canciones como "Deja de llorar", "Oveja negra" y "Pasión" fueron coreados por decenas de sus seguidores; casi al final los coros a "Hijo de la luna" (original de Mecano) demostraron que tras muchas camisetas negras y gestos malencarados se esconde un alma popera.



Foto Rafael Salazar

Whiplash encendió a fanáticos de la vieja guardia y nuevas generaciones de thrasheros por igual.

Por momentos en el slam se congregaron unos cuarenta forajidos.

La banda neoyorkina despachó canciones de sus tres primeros discos y del reciente Unborn again. Suenan como en sus mejores tiempos.

El audio y la puntualidad siguen siendo la constante; las dos bandas más recientes incluso subieron 5 minutos antes de su horario.

Stravaganzza agotó su tiempo acordado, mientras que Whiplash acabó un par de minutos antes.

Sonata Arctica empezó con un retraso de cinco minutos.



Foto Rafael Salazar

Con Sonata Arctica se congregó cerca del escenario la mayor cantidad de seguidores hasta el momento.

Su tercera visita en un par de años demuestran su popularidad. Su power metal melódico encuentra en los oídos regios muchos cómplices y canciones como "Replica", "Black sheep", "Full moon" y "Don't say a word" consiguen coros masivos.

Mientras los fans de Sonata buscaban baños, alimentos y bebidas, Atheist congregaba menos público, pero con fanáticos emocionadísimos por su presencia.

Atheist es una banda que resucitó hace poco tiempo y otorgó una inesperada oportunidad a los seguidores del metal progresivo resignados con su legado discográfico.

Los norteamericanos ejecutan una música que raya en el virtuosismo.

Si bien los guitarristas reclutados tienen un nivel sobresaliente, es su sección rítmica integrada por el bataco Steve Flynn y Tony Choy en el bajo, la que acapara la atención con sus incursiones jazzìsticas y de ritmos latinos al death metal que desgarra el resto.

Cerraron con "Piece of time", de su disco debut, tras repasar sus tres discos y dictar cátedra con varios cortes de Unquestionable presence, su obra maestra.

Amorphis sube al escenario en punto de las 4:45.


Foto Nuno Ferreira

Si se hablaba del poderío vocal de Leo Jiménez al principio del festival, al momento de subir Amorphis al escenario conviene hacer una distinción: Leo canta de una forma portentosa; Toni Joutsen, voz de los finlandeses. le da más juego a su rango vocal.

Aunque tiene cuatro años en el grupo, hace propias las grabaciones añejas de la banda y sobresale en las partes guturales del pasado deathmetalero tanto como en los temas seleccionados del repertorio reciente, donde el toque progresivo y las voces limpias tienen mayor presencia.

Temas de su reciente Skyforger como "Sampo" y "Silver bride" así como cortes anteriores ("Alone", "My kantele", "House of sleep") desfilaron en su repertorio.


Foto Nuno Ferreira

Samael reinaría hasta el momento en el Metal Fest por la potencia de su repertorio, su presencia escénica y el uso de la tecnología sobre el escenario.

Empiezan a las seis de la tarde y destacan, de entrada, por ser la primera banda en sacarle jugo a la pantalla al fondo del escenario con imágenes religiosas, portadas de álbumes, efectos especiales.

Pero también prescinden de un baterista y Xytras, su tecladista, hace ocasionalmente algunas percusiones.

El uso de secuencias empaña un tanto su actuación (aunque es algo que sus seguidores conocen de antemano), pues llega un momento en que todo suena tan perfecto que no se sabe qué es tocado en vivo y qué proviene de una grabación.

Samael rescata lo mismo temas de su debut Whorship him ("Into the pentagram"), del Ceremony of opposites ("Baphomet's throne") y Rebellion, que algunos cortes recientes. Se extrañó su himno "Black trip".


Foto Nuno Ferreira

Uli Jon Roth ataca, a las siete y media

El guitarrista alemán Uli Jon Roth se ha llevado la noche, hasta el momento.

Es cierto, hasta ahora no hay una sola propuesta que haya defraudado (más bien al contrario).

Pero es que desde su imagen –todo un hippie anacrónico en territorio de headbangers– hasta las imágenes en la pantalla, pasando por sus ejecuciones, el músico propone todo un viaje, original, rico, disfrutable al máximo.

Basta decir que sus canciones integran lo que la buena música debe tener: excelentes músicos al servicio de excelentes canciones.

Apoyado por músicos sobresalientes en todos los instrumentos (incluyendo a un guitarrista rítmico con una estupenda voz, al bajista que es nada más y nada menos que el dueño de la marca de guitarras Dean y un baterista con una pegada impresionante), Roth –pulsando una guitarra con un diseño y sonido espectaculares– ha ofrecido un repertorio pleno de canciones admirables.

Paradójicamente (al igual que con Atheist, otros sobresalientes), el público ha preferido abarrotar el área de descanso y comidas o tirarse al suelo, que admirar a un fuera de serie.

Más de 150 personas están afuera mientras Uli toca y se avienta al final una rolota de más de diez minutos. Qué pena.

Finaliza su actuación a las 20:35.


Foto Nuno Ferreira

Doro cumple. Tiene una voz agradable para el heavy y se acompaña por músicos muy efectivos también.

La intención de admirar su figura regresa a la mayoría del público a la sala principal.

Por cierto, hay una buena cantidad de chicas entre el público.

A esta hora, las bocinas escupen el heavy metal más tradicional de la noche, incluyendo sus clichés en vestuario, estructura de canciones y juegos con el público.

Luego de Atheist, Amorphis, Samael y Uli, parecería un retroceso en calidad, pero finalmente la alemana ofrece lo que un sector del público ocupa para gritar, corear o aplaudir rítmicamente: puro y simple heavy metal.

Sobresale su baterista, quien tras cuarenta minutos de actuación ejecuta un muy bien logrado solo.

Doro rescata rolas de Warlock también, y al final ofrece canciones más aceleradas, rozando el power metal, amén de "Breakin' the law" de Judas Priest.

Cierra con "All we are" y "Fight" justo a las 10 de la noche.

El escenario queda listo para el número final de la noche, Children of Bodom.


Foto Nuno Ferreira

El cierre del festival correspondió a las expectativas.

Evidentemente no eran los mejores de la alineación, pero Children of Bodom justifica su lugar como cabezas de cartel con música y respuesta.

“Hellhounds on my trail” y “Are you dead yet?” despuntan y a partir de allí desfilan los temas esperados: “Silent night, Bodom night”, “Lake Bodom”, “In your face”, “Follow the reaper” , “Downfall”...

La atención del público se concentra en Alex Laiho, el cantante y guitarrista líder, y en menor proporción, pero a la par en peso sonoro del grupo y talento, en Janne Wirman, el tecladista.

El sello característico del grupo, los duelos instrumentales entre ambos, aparece y da soporte a su repertorio.

En la pantalla, durante casi toda su presentación, se proyectó The big Lebowski, de los hermanos Coen.

Las imágenes en muchos momentos tenían sincronía con lo que sonaba por las bocinas, aunque también pudo ser señal de que el grupo no permitió que las cámaras de video captasen su actuación (al tocar, las imágenes de todas las otras bandas se proyectaron en las pantallas, excepto Children).

De cualquier manera fue agradablemente extraño ver fragmentos de esa joyita fílmica acompañando a una banda de metal.

El grupo cerró su participación con “Hate crew deathroll”.

Hubo peticiones de algún tema más (se decía que tocarían ochenta minutos), pero al final nadie exigió o se mostró decepcionada.

Tras una docena de temas de buen death melódico, el festival terminaba según lo estipulado, a la media noche, tras catorce horas de estupenda música con el marco de una estupenda producción.

LaRocka

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